Archive for enero 2015

Ladrillos

Una lettera di scuse
"Daniel,

Me atreveré a comunicarme por aquí, asumiendo el riesgo de que se pierda, no se entienda o no creas en mi mensaje.

Ante todo, debo agradecerte por el incondicional apoyo y paciencia, incluso hasta hoy, con el noble gesto de tu abrazo de despedida. Comprendo que no lo merezco y he hecho los méritos suficientes para apartarme de tu lado. En estos 5 años has aportado/contagiado tu autonomía, confianza y autoestima, no hay lugar a duda de que siempre estaré agradecido contigo.

Espero que pueda disculparme por el daño ocasionado. Si te sirve de algo, cargaré siempre con la culpa de haberte lastimado, de verdad lo siento y mis palabras quedarán cortas ante este hecho. Hoy admití un hecho importante que durante tanto tiempo había omitido y con el que solo dialogaba con mi psiquiatra. De tan solo pensar que me habrías perdonado de haberte dicho la verdad antes, pero tal como dijiste: "todo crimen tiene castigo", y es tiempo que asuma dicha responsabilidad. Entenderé a la larga tu decisión de no volverme a mirar como antes, pero guardaré la esperanza de recibir al menos una llamada tuya en algún momento.

Actué con cobardía durante este año, y cometí estupideces de las que ya sabes. Nunca valoré el cariño de los que me rodeaban y siempre me sentí poco suficiente para todos. No todo ha sido momento de júbilo como piensas, pero tienes el derecho de imaginarlo.

Mentí porque quise evadir miradas con pena, desprecio o lástima, porque no quería perderte; pero no hice más que hundir la poca fe que quedaba. Mentí e hice más daño que bien. Y reitero mis disculpas.  Te agradezco por dar tu compañía y aprecio estos últimos 5 meses.

Espero que pasada la tormenta, guardes el recuerdo de ese adolescente que te conoció por un blog. El tiempo sabrá recompensarte por la excelente calidad de persona que has sido. Te quiero mucho, Daniel, si nos cruzamos en un futuro sabrás que he cambiado para bien, como siempre lo deseaste.

Felices fiestas,

Santiago.

PDTA: Si hay objetos de los que quieres deshacerte, recuerda que es navidad y hay gente que pasa frío. Sabrán agradecértelo. Un abrazo, te quiero".


A veces no determinamos el destino de nuestras palabras.

Esa mañana se despidió y se fue a trabajar. "Santiago, realmente se despidió, despierta, te pidió que te retiraras de su vida", me dije. Lloré con la nula esperanza de que esas lágrimas dejaran huella en tu dormitorio, pero sabía que al menos tendría que despedirme con un mejor gesto. Abrí tu ropero, cogí una hoja en blanco y empecé a escribir. "Esto es un error, no lo va a leer", repetí mientras tiraba un hoja tras hoja, haciendo basura. Decidí entonces que mi gesto final sería dejar tu cuarto limpio de mis pertenencias, para ahorrarte el trabajo de recordarme a través de objetos. Limpio y organizo porque soy el mejor haciéndolo, no hay título honorario para eso, pero dije que me serviría para dar un gesto final. Terminé esta carta y manos a la obra.

Llegaste a las pocas horas, y mi plan falló. El gesto no se dio. Oculté la carta. ¿Por qué? Quería despedirme pero no pude al verte de nuevo. Lo que resta de ese día lo sabemos. Lo que resta del día me dio esperanza de que podía hacer algo, de que podía esforzarme. Y busqué los medios para intentar lograrlo.

Sin embargo, no pude colocar el primer ladrillo que necesitabas, y en consecuencia, el domingo 21 de diciembre del año pasado se dio la verdadera despedida, esta vez sin carta. Me retiraste de tu cuarto con el mejor gesto que pude ofrecerte, entre lágrimas, pero lo terminé de hacer.

Este 2015 me comprometo a ser honesto y a vivir en buena lid, pero eso sí, jamás me pavonearé desde un pedestal de moral y buenas costumbres inexistente, porque es fácil retirar el pie (sobretodo a  pocos días de proclamar el buscar estar solo).

Tentare la sorte.

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