Archive for febrero 2015

Mutuo

Hay posts que no necesitan ser extensos.

Si me necesitas,

Recuerda que es mutuo.


Really.

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La grúa

Aprendí a manejar en el 2012, y desde entonces he tenido un sinfín de accidentes, por lo que tener el número de alguna grúa en mi celular es tan básico como conocer el número de emergencias. Hasta la fecha, sé de al menos 8 grúas que han permitido la continuidad de mi bienestar mental. Lo sé, exploto fácilmente, sobretodo cuando mi auto gusta dejarme botado en el tráfico.

Martes 10 de febrero:

-¿Por qué no has traido tu carro? Seguro ya está en el taller, ¿no?-pregunta mi madre con sarcasmo.
-Sí, un pequeño accidente pero la grúa ya me auxilió pronto. Lo de siempre, sabes...
- Creo que es hora de que te consigas un novio que tenga grúa para ti las 24 horas.

La familariedad que experimenté no hizo que tomara atención a la conversación sino hasta minutos después. Es la primera vez que mi mamá usa los términos correctos, no sentí esa incomodidad tras palabras como "ella", "enamorada", "novia", "amiguita", entre otras. Hoy, habló en masculino. Hoy, siento que nuestros prejuicios han dado un paso atrás.

Aquel futuro en el que visualizo a mi enamorado compartiendo tiempo con mi familia no se ve ahora tan imposible. Porque sí, sé que aun no llegas (o quizás ni existes), pero desde ya te digo que las puertas de mi hogar te esperan.

Incorpórate, no tengas miedo.

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Naranja y Maracuyá

Viernes 6 de Febrero:

Aún con el rechazo latente, tomé la iniciativa de escribirte. Lo admito, te extraño, me sigues gustando. Bajo la promesa voluble de una salida sin burdas pretensiones, me acerqué a esa fuente de soda que compartíamos y pedí nuestro juego clásico: naranja con maracuyá. Quise agregar algún sandwich con ají y crema de aceitunas que amas, pero fan de comer por las noches no eres, dimití esa orden.

Apurado por escribirte apenas subía al auto, recordé esas incesantes preguntas, esas que mi conciencia recaba de tanto en tanto, a manera de auxilio. ¿Tiene ganas de verme realmente? Pues respondió mi mensaje, aunque con una frialdad y con un "ahí viendo, ok" que podría resumir sus intenciones. ¿Podré insertarme nuevamente en su vida?  Alega ser mi amigo, pero aclara de antemano que no quiere nada más. ¿Me guardará algún rencor? Intenta decirme que no, pero esperaba que no retomara el contacto. ¿Me quiere? Me verá siempre como su mejor recuerdo.

"Cuando gustes, ya sabes dónde trabajo y vivo", es una respuesta con intención de reto y desgano. Mi adrenalina se convirtió de pronto en decepción, sus ganas de compartir tiempo con alguien han cambiado de destinatario. Probablemente es ese chico trigueño, delgaducho, lampiño y de sonrisa contagiosa quien ahora merezca tu trato amable. Eso explicaría porqué tus últimas amistades resultan ser amigos de él. Quizás la cena de ese 2 de enero fue el marco de un nuevo inicio que rehúso a reconocer. Y pensar que hace un año nos distanciamos por, entre otras razones, tus nulas ganas de interacción con mis personas. Las canciones de tu muro me confunden. Y mientras escribo esto, entiendo mejor que nunca cómo mi celotipia , imaginación y acoso no tiene límites.

"Carajo, no soy grato aquí, ¿por qué no lo entiendo y me voy?", pensé. Encendí el auto y demoré 5 minutos en partir. Te visualicé sentado en mi auto, retrocediendo el asiento por tus largas piernas, mientras apresurabas a decirme: "Las bestias se calman con música", como cada vez que necesitaba relajarme.

Dejaré a un lado mis paranoias y respetaré nuestros espacios, el tiempo merece nuestra introspección. Me comprometí a vivir en buena lid desde inicios de este año, debo respetarla. Eso sí, recuerda que mis puertas están abiertas si deseas ser escuchado. ¿Soy terco? No, optimista.

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