Aprendí a manejar en el 2012, y desde entonces he tenido un sinfín de accidentes, por lo que tener el número de alguna grúa en mi celular es tan básico como conocer el número de emergencias. Hasta la fecha, sé de al menos 8 grúas que han permitido la continuidad de mi bienestar mental. Lo sé, exploto fácilmente, sobretodo cuando mi auto gusta dejarme botado en el tráfico.
Martes 10 de febrero:
-¿Por qué no has traido tu carro? Seguro ya está en el taller, ¿no?-pregunta mi madre con sarcasmo.
-Sí, un pequeño accidente pero la grúa ya me auxilió pronto. Lo de siempre, sabes...
- Creo que es hora de que te consigas un novio que tenga grúa para ti las 24 horas.
-Sí, un pequeño accidente pero la grúa ya me auxilió pronto. Lo de siempre, sabes...
- Creo que es hora de que te consigas un novio que tenga grúa para ti las 24 horas.
La familariedad que experimenté no hizo que tomara atención a la conversación sino hasta minutos después. Es la primera vez que mi mamá usa los términos correctos, no sentí esa incomodidad tras palabras como "ella", "enamorada", "novia", "amiguita", entre otras. Hoy, habló en masculino. Hoy, siento que nuestros prejuicios han dado un paso atrás.
Aquel futuro en el que visualizo a mi enamorado compartiendo tiempo con mi familia no se ve ahora tan imposible. Porque sí, sé que aun no llegas (o quizás ni existes), pero desde ya te digo que las puertas de mi hogar te esperan.
Incorpórate, no tengas miedo.