Miércoles 26 de Noviembre:
-Hola, ¿cómo estás? -recibí un mensaje inesperado por WhatsApp.
-Hola, Bruno, ¡cómo has estado! Hace buen par de meses que no escucho sobre ti.
-Estoy en Lima.
Es cierto, desde hace 4 meses que no sabíamos nada uno del otro, y no había intención de escribirnos, no era su estilo, ni el mío.
Viernes 18 de Julio:
Mi viaje familiar tenía rumbo hacia México, DF. Y tras problemas en el hotel de reserva, terminamos en otro. Mientras esperábamos a la recepcionista, era inevitable ver la cantidad de personas entrando y saliendo de esos más de 15 pisos del hotel, eso sí, mi morbo no dejaba de enfocar mi visión hacia los pilotos que llegaban: uniformados, con maletitas pequeñas, con esa presencia que capta la atención desde lo lejos.
En México atardece más tarde de lo habitual, así que aproveché la desolada piscina del hotel, necesitaba relajarme de algún modo. Ese ambiente, parcialmente al aire libre, era amplio: 2 piscinas, una cancha de pádel, algunas mesas y sillas, etc; pero en esos momentos solo se escuchaban mis brazadas y el ventarrón que golpeaba las ventanas. Al rato, entraron 2 hombres con ánimos de fumar, sin darles importancia seguí nadando. Minutos después, levanté la mirada y me percaté de que solo quedaba uno.
-Aquí llueve bastante -me dijo ese hombre, se estaba acercando a la piscina.
-No estoy al tanto, gracias por el dato, es mi primer día aquí -respondí, mientras me retiraba los lentes.
-Me llamo Bruno, me parece haberte visto en la recepción.
Sí, Bruno era piloto y mi mirada, horas atrás, lo había visto con lujuria. Sonreí estúpidamente, y no señores, quise mostrar una sonrisa pícara mientras salía de la piscina, pero terminé casi resbalándome, riéndome y colocándome en una incómoda situación. Dicho y hecho, empezó a llover, fuerte.
-Dios, en Lima no llueve tanto -pensé en voz alta.
-Así que eres de Perú, he visitado tu país en varias ocasiones. Yo soy de Francia.
-Cuidado que te vaya a mojar -me secaba con prisa, algo intimidado (aunque suene a mentira) con su mirada.
-¿Qué te parece si te invito a cenar? Mis compañeros se fueron de rumba, quiero descansar temprano.
-Me parece una buena idea -acepté sin pensarlo.
El olor a cloro es horrible, así que pedí un tiempo para bañarme y vestirme. Mi familia, agotada del viaje, dormía plácidamente, así que tuve la excusa perfecta para escaparme un rato.
Cenamos en el restaurante del hotel, agradecí la invitación y empezamos a hablar sobre nuestro viaje, qué lugares y comidas no debería perderme, qué tal es la diversión nocturna, entre otras cosas que realmente me ayudaron en mi estadía. Terminada la cena, me dijo que conocía un camino para acceder a la azotea, no era la primera vez que se hospedaba ahí, y definitivamente no era el primero que lo acompañaba. No tengo fobia a las alturas, pero en esta particular situación, la visión era tan desde lo alto que mi piel se erizaba y cerraba los ojos, mientras él se reía.
-Iré a Perú a fin de año, probablemente.
-¡No te creo! ¿Por vacaciones o por trabajo? -su trabajo de por sí demandaba infinidad de viajes y recortadas estadías.
-Vacaciones, conozco unos amigos allá. Hasta ahora no he ido a Cusco. Espero poder verte.
-Claro, por qué no. Intercambiemos números.-respondí con cierta extrañeza.
-Regreso mañana a París.
Salimos de esa zona para dirigirnos hacia el ascensor, hubo un silencio largo por lo que ambos sospechábamos que la noche estaba por acabar. Me rehusé a abandonar la escena, y sin más, y aún ante el temor del rechazo, pedí acompañarlo a su habitación.
Y no, no se negó.
Horas después, salí en silencio mientras él dormía. Quizás no tan sigiloso, me tropecé con su uniforme y zapatos, pero al fin y al cabo, no despertó.
Miércoles 26 de Noviembre:
-Hola, ¿cómo estás? -recibí un mensaje inesperado por WhatsApp.
-Hola, Bruno, ¡cómo has estado! Hace buen par de meses que no escucho sobre ti.
-Estoy en Lima, por 3 días. No nos despedimos en esa ocasión.
-Sí, lo sé.
Bruno escribió su dirección, aproximadamente unos 20 minutos nos separan. Sin embargo, nuestras circunstancias han cambiado desde la última vez. Ahora tengo compañía.
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- Santiago
- Nunca es tarde para retomar un blog, ¿verdad?