Tras 6 años de estudio en la misma facultad, es inevitable reconocer quienes son tus amigos y conocidos. La labor que personalmente tiendo a olvidar es valorarlos. La amistad a estas alturas de mi vida tiene noción, y así conozco a Claudia, una fortaleza en estas épocas.
La conozco desde el 3er año bajo circunstancias que mi volátil memoria impide recordar, aunque reconozco que nos afianzamos durante el año siguiente, al rotar en el mismo hospital. Hay un punto en común en mis amistades, ahora que reflexiono, todos son talentosos, y definitivamente Claudia no es la excepción.
Ella exige y es exigente, hábil con sus metas, con un trayecto fijo a donde quiere llegar. En tiempos donde muchos andamos nada coordinados, su voz endereza.
Martes 21 de Abril:
Hace dos meses se estableció la revisión de pares por el curso de Tesis. Claudia me elige, y acepté sin pensarlo. Su exigencia y ganas de avanzar las cosas de forma no precipitada me motivan. Sin embargo, si bien al comienzo respondí, las últimas semanas me ausenté. Mi proyecto de tesis se estancó y por temor a su decepción, decidí no responderle.
Su reacción fue crucial. Me ignoró. Y sentí de pronto cómo el peso de mis malas decisiones podrían volver irrelevante la fe que ella me tiene. Porque sí, lo considero fe. Estos últimos 2 años no han sido buenos para mi en materia académica, razón por la cual dudo sentirme acreedor de un título cuando termine la carrera. Sin embargo, Claudia es de esas pocas personas que pone su confianza absoluta, o al menos realiza su mejor jugada para demostrarlo así, en mi.
Hoy pude abrazarla y pedirle disculpas.
Hoy pude abrazarla e iniciar el proceso de reivindicación. Comprendí que el abrazo sincero es el gesto preciso para darle las gracias por confiar en mi, en épocas en la que es tan difícil percibir aquello de los demás. Esto no se remonta al descuido de un curso, sino a su apoyo incondicional en épocas en las que realmente buscaba bajo cualquier excusa, retirarme de la carrera.
Sinceramente, gracias.
Tengo un pequeño cajón de recuerdos donde guardo al menos un objeto, por insignificante que parezca, que me permita recordar un acontecimiento/lugar/persona. Y porque a falta de una incipiente barba, Claudia me regaló:
Bigote borrador para todos |
El aprendizaje afectivo que permite un abrazo es bastante productivo. Confío que mejorará mis relaciones interpersonales, y Claudia es el mejor indicio que comienzo bien, que ya comencé bien.